Netflix prepara una masiva cantidad de películas y series producidas en México –

Así, hay que celebrar que nuestro cine figura en esta colección y, utilizar el pretexto para aprender un poco de lo mejor del cine nacional. Te presentamos a las 7 seleccionadas:

Por si te hacía falta: doble Cuarón. La película protagonizada por los bien queridos Gael García y Diego Luna ganó mejor guión en el Festival Internacional de Cine de Venecia. A su manera, aún con tintes de comedia de enredos, nos plantea el panorama político y social del México contemporáneo, pero de forma muy sutil y combinándola con una reflexión sobre la sexualidad y los tabúes, ligados a la clase.

“Un taco no es solo un taco. Un taco es cultura. Es historia. Un taco es inmigración. Un taco es resistencia. Es política.”

Gustavo Arellano, historiador de comida mexicana

Cada cosa cuenta una historia, solo hay que hacerla hablar. Los tacos tienen mucho que decir. Especialmente porque como “cosa” son particularmente fragmentarios. Tipos de tacos hay cientos y se están reinventando todo el tiempo. Tal vez por eso el chef David Chang y los demás creadores del programa “Ugly Delicious” de Netflix, eligieron a esta “cosa” como tema de reflexión y, posiblemente sin planearlo, la volvieron excusa para escribirle una carta de amor a México.

La idea de esta serie es examinar lo cultural y sociológico detrás de distintas grandes comidas. Pero a Chang no le interesa hablar desde un solo lugar. Lo que quiere es hacer grandes saltos, entre distintos lugares, conceptos y formas de hacer. Lo que nos quiere probar es que no tenemos que ser ordenados; que, como las mejores comidas, podemos ser desastrosos, manchar, obligar a que los demás metan las manos al plato.

Un taco no es solo un taco

Decir que en México se comen tacos, no es un cliché. Pero los tacos sí son el elemento icónico de nuestra gastronomía; especialmente fuera de este país. Los tacos son mexicanos, no hay de otra y, felizmente, son el gancho que ha vuelto adictos a nuestra cocina a miles de extranjeros (especialmente a los estadounidenses).

Entre ellos está David Chang, un tipo que ama la comida y que se pregunta si puede cambiar el mundo desde la cocina. En los tacos se encontró un montón de reflexiones fantásticas, que lo acercan a una respuesta positiva y nos dejan, para el postre, una idea preciosa sobre lo que significa ser mexicano.

El episodio dedicado a los tacos de “Ugly Delicious” explora la manera en que esta comida muta sin parar y cómo toca la vida de muchísimas personas, no solo porque se ha vuelto un signo de mexicanidad en países como Estados Unidos, también porque es el vehículo que engloba historias de migración, intercambio y mestizaje al interior del país.

Como dijimos, variedades de tacos hay cientos y, curiosamente, todas son resultado de influencias externas. En el episodio de esta serie, David Chang; el historiador de comida mexicana Gustavo Arellano; el crítico Jonathan Gold, y el periodista Peter Meehan se dedican a buscar variaciones increíbles del taco, probando que sin remezcla, algunas recetas nunca se habrían consolidado. El taco al pastor, por ejemplo, se lo debemos a la migración libanesa; también los “tacos arabes” de Puebla. Ni hablar de las fantásticas variaciones de tacos que existen en Estados Unidos. Llevado por migrantes mexicanos, el taco se ha combinado con cocinas de todo el mundo.

México es diverso (y no puede evitarlo)

“Creo que ser mexicano es estar abierto a otras ideas”

Enrique Olvera

Un taco revela influencias de la migración, pero lo que siempre lleva es tortilla. De trigo, de maíz y hasta de doritos, el disco de masa no puede no estar presente. Sin embargo, este fundamento se transforma en un vehículo para la experimentación.

El ejercicio no podría ocurrir en cualquier lado, ni a cualquier sociedad. Hay algo mexicano que se permite estas aperturas, estas reinterpretaciones y, al mismo tiempo la necesidad de mantener un no-negociable: si quiere ser taco, tiene que tener tortilla (aunque hay hasta tacos de lechuga, pero esto lo discutimos luego), pero el relleno va variando…

Los mexicanos no podemos evitar ser diversos. Cada uno de nosotros está culturalmente codificado con respecto a variables tan distintas que los resultados son impredecibles. Pero eso compartimos, la inevitable diversidad. Y es rico (para la subjetividad y el paladar), como lo descubren los personajes de este programa, romper los prejuicios, echarle al taco algo nuevo, probar lo que juraste que nunca comerías (¿como tripas y ojos, tal vez?) y, al mismo tiempo, encontrarte con que cambiar, permitirte cambiar, es una forma de resistencia. Como dicen Arellano y Olvera, México siempre se adapta y al mismo tiempo, siempre se llama a sí mismo. Se expande, pero vuelve en sí mismo, en un acto de dulce nostalgia.

Lo diverso no quita lo comunitario…

Al contrario, de alguna forma lo amplifica. “La diversidad es fortaleza” le dice Ben, esposo de Cristina Martínez a David Chang. Esta mujer es una inmigrante indocumentada, que puso un restaurante de barbacoa en Philadelphia y lo volvió uno de los sitios más reconocidos en Estados Unidos. ¿Cuál será su secreto?

Para un mexicano la respuesta es evidente: la barbacoa es deliciosa. Seguro que Cristina la hace perfecta, pero, ese no es el punto. Seguro su receta es muy especial, pero en México hay miles de recetas “especiales”. Todos conocemos “el mejor puesto”, todos tenemos una abuela que “hace la mejor”. El secreto es otro: la comida mexicana es deliciosa porque tiene un propósito; una determinación y no es sólo nutrirse, es mostrar algo, es transmitir un mensaje.

Si los “no negociables” de nuestra comida han sobrevivido por tanto tiempo (tortillas hay desde antes de la conquista) es por eso. Nuestra comida es compleja; hacer barbacoa, por ejemplo, es una friega. Pero la buscamos, la queremos, la compramos o la hacemos. Hacer tortillas también es un proceso tremendo. Pero no van a desaparecer. Amamos las buenas tortillas, porque además de deliciosas (y nutritivas) tienen un propósito, están ligadas a una forma de vivir.

Y el propósito de esa comida sabe. Por eso no importan las transformaciones: lo diverso no quita lo comunitario. El ejemplo de Taco Bell (otro restaurante querido tanto por Chang, como por Arellano, aunque no lo creas), es fantástico. Como dice Arellano: “Ver a un supremacista blanco comiendo comida mexicana; haciendo los tacos parte de lo que es; es una pequeña victoria en sí misma.”

Dice Cristina Martínez que en Estados Unidos “hay una necesidad por esta comida”, la comida con propósito, la comida que, si sigues la historia que te cuenta, darás, eventualmente, con un acto, francamente de cariño; tal vez a la tierra, tal vez a quien te enseñó la receta, a quien se la sirves o para quien buscas ganarte un dinerito vendiendo tacos. En México no podría no ser así, aquí también nos hacen falta momentos para estar juntos.

El taco es una carta de amor en sí mismo…

“Nadie odia los tacos. Es este recipiente portátil de amor, en cierto modo. Entonces, cuando entregamos este taco a personas en el medio de la noche, todas esas cosas que conducen a ese momento, ya sea que nos llamen un “chink”, un  espalda mojada o un frijolero, todas estas cosas que nos separaron, de pronto desaparecen “.

Roy Choi

Anochece. Las taquerías de toda la ciudad llevan abiertas desde muy temprano; sin embargo, este es un momento particular. Cansados se arrastran los pies de miles de sujetos que han pasado el día en oficinas y en las calles, en los gimnasios, escuelas, transporte público. 

La lluvia deja un olor efervescente a un quién sabe qué que no vale la pena descifrar. Pero el aire está fresco, pega delicioso en la cara y se aprecia extrañamente limpio. Hambriento, un sujeto encuentra un par de puestos de tacos. Parecen pertenecer a dos hombres distintos, pero son compadres y les da igual dónde te sientes. Uno vende pastor, suadero y tripas a 10 varos. El otro, el elegante, tiene arrachera, bistec y chorizo en una pequeña parrilla de carbón. Huele a gloria.

No faltan, por lo menos, 5 tipos de salsas distintas, frijoles, nopales, rábano y pepino. Muy equilibrado, por supuesto. Las tortillas están buenas, aguantan el relleno. La televisión está prendida, se escuchan las noticias, vagas, muchas malas. De pronto: “la candidata tal decidió declinar a favor de la candidata tal”. Todos, conocidos y desconocidos, ríen, taco en mano: “Obvio, maldita corrupción”. Prosigue la periodista en el noticiero: “Tantos millones de pesos encontrados en la camioneta de tal tipo, iban de camino a la sede de los políticos del…” Abucheos, risas.

Pareciera que somos de la misma familia. Se anima uno a pedir la sal a quien no conoce y otra voltea a ver a todos y pregunta: “¿Alguien sabe a qué hora es el partido de México?” “¡A las 9!” contestan los demás. “¿Otro?” pregunta cariñosamente el taquero y, con una sonrisa apenada el sujeto pide “Otros dos.” Alguien comenta en voz baja: “Qué rico cenar aquí con todos…”

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