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Resisten con más fuerza que las últimas canchas de paddle o los videoclubes y se asoman victoriosas frente a los recordados tenedores libres y parripollos que los hábitos de consumo y la economía se llevó. Las disquerías de barrio, en tiempos de Spotify, aún siguen vigentes con el sostenido auge del vinilo, la melomanía y especificidad de sus clientes y hasta con la posible vuelta del cassette, que algunos aseguran está por fabricarse otra vez.
Los vinilos vuelven a brillar en las disquerías. Se venden más que los CDs. Foto: Emmanuel Fernández
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En la Ciudad existen alrededor de 90 disquerías, entre las de barrio, las que comparten negocio con los libros y las llamadas “cuevas” de heavy metal, según diferentes fuentes y relevamientos que realizó este diario, aunque no hay cifras oficiales. Lo concreto es que para la última edición de “La noche de las disquerías”, que se hizo el 8 de noviembre, se adhirieron alrededor de medio centenar entre los circuitos del Centro, Recoleta y Villa Crespo/Palermo.
Los amantes del mundo vintage celebran que el año pasado la porción de venta del vinilo en el mercado fue del 15,9%, lo que representa un crecimiento de más del 21% respecto al 2016, según datos recientes de CAPIF, la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas. Pero el streaming (Spotify y Apple Music, entre otras plataformas de suscripción) sigue siendo el modo más elegido para escuchar música: ocupa el 52% del llamado market share. Por la venta de discos y CDs, la opción física, se recaudaron el año pasado $ 173 millones contra $ 671 millones de la venta por streaming, lo que marca la gran diferencia de este tiempo. El icónico CD, a diferencia del vinilo, acumula un 70% de caída en las ventas desde 2013, según CAPIF.
Carlos Revich en su disquería Piccolo y Saxo, en Santa Fe 3591. Foto: Emmanuel Fernández
Aún así, Carlos Revich, dueño de la disquería Piccolo & Saxo desde hace 30 años, ubicada en la avenida Santa Fe al 3500, en Palermo, cree que hay una convivencia entre las nuevas y viejas tendencias. “No veo al streaming como contrincante sino como un complemento –explica quien además es psicólogo, pero abrazó su actual oficio por placer-. Puede haber potenciales clientes que escucharon por Spotify algo y lo quieren tener físicamente también. Fijate que los que más me compran vinilos son los jóvenes”.
Como prueba de ello, en las vitrinas de Piccolo & Saxo asoman tocadiscos que además tienen funciones para bluetooth y hasta graban vinilo en pendrive, cuyos precios arrancan en algo más de $ 3 mil. Revich está convencido de que, en su caso, disfruta relacionándose con la gente que consulta por la música. “La relación se da en lo cotidiano y se fomenta con el trato y afecto –añade-. Nunca le mentí a un cliente: el vínculo se tiene que sostener desde la verdad”.
Ricardo Galante en RGS Music, la disquería de Corrientes 5233. Foto: Emmanuel Fernández
A unas 15 cuadras de ahí, en el frente de una mítica galería de barrio de Corrientes al 5200, ya en Villa Crespo, está RGS Music, que es disquería pero también discográfica. “¿Estuviste con Carlitos de Piccolo? Es un fenómeno”, arranca Ricardo Galante, que hace 54 años ejerce el oficio que más le gusta y describe cierta camaradería que existe entre los que resisten en el rubro. “Seguimos siendo los mismos, aunque conozco más a los que se fueron que a los que continúan –se sincera-. Estamos aún porque los turistas vienen a comprarnos el típico souvenir y porque en los años 90 armé una discográfica y con eso nos mantenemos bien”.
Mientras suena David Bowie de fondo, Galante aclara: “Aunque el consumo está condicionado por la tecnología, el disco tiene su encanto, su magia, y por eso se volvió a vender. Incluso ya nos están empezando a pedir cassettes y hasta vino un cliente a preguntar por un walkman, el otro día”.
En la calle Bolivia casi llegando a la avenida Rivadavia, en Flores, está la disquería Opus, que nació en 1950 en La Boca, con el advenimiento de los discos de pasta. Hace 25 años que está en la ubicación actual, con la hija de quien ingenió todo, María Alejandra Prudhomme. “Nunca nació algo mejor que el vinilo y al que le gustó siempre, lo sigue escuchando –cuenta ella, con fanatismo-. Pero sé que no es para la mayoría, aunque hay un auge por querer escuchar en ese soporte y la gente se arma el equipo también”. Entre sus 90 mil vinilos usados hay algunas joyitas para coleccionistas, como música armenia y checoslovaca y hasta un discurso completo de Fidel Castro de la segunda Asamblea Nacional Cubana. “No es un negocio cualquiera, acá viene gente que está muy sola y necesita ser escuchada”, confiesa.
Los discos de vinilo se volvieron a fabricar en el país y se llegan a producir hasta 100 mil unidades mensuales. Pero al aguante de las disquerías y el auge del vinilo se les suma la vuelta de las históricas vitrolas (aquellas de la famosa RCA Víctor), con su bandeja tocadiscos pero con conexión USB y por bluetooth, para poder escuchar también música digital. “Algunas van a venir con reproductor de cassette”, adelantan desde el Grupo Núcleo, que se ocupa de la distribución. También regresaron los clásicos tocadiscos Winco, de origen nacional, y cuya empresa había cerrado en 1980.
El el país se fabrican hasta 100 mil discos de vinilo por mes. Foto: Emmanuel Fernández
A toda la movida retro se le agrega también la vuelta de la legendaria rockola, que ya se comercializa en algunos sitios web y que promete confirmar que, como decía Virus, el rock es una forma de ser, de amar y allí está para sacudir a los porteños que no quieren abandonar los buenos viejos tiempos.
Musimundo, cuando su fuerte era la venta de CDs.
Alguna vez Musimundo fue la cadena de disquerías por excelencia y referencia obligada para comprar los compactos en sus diferentes tiendas de todo el país, especialmente en la década del 90. En la Ciudad ocupaba esquinas visibles en el centro, Belgrano y Palermo, entre muchos barrios. La realidad es que, luego de infinitos cambios de dueños y de varias crisis, desde hace siete años la marca es propiedad de dos accionistas: Emsa y Carsa. Esta última, en grave situación financiera, ya cerró en lo que va del año alrededor de 20 sucursales, incluida la de Corrientes y Callao.
Por otro lado, hace tiempo que Musimundo se reconvirtió en una cadena de electrodomésticos y sólo las tiendas de la accionista Emsa venden una limitada colección de compactos y, en algunas, también vinilos. Las sucursales de esta última firma, alrededor de 145 en todo el país, tienen el sector de música tercerizado por el Grupo Laser Disc. “Creemos sin dudas que Musimundo va a volver a ser el referente musical que supo ser. Con el auge del vinilo que venimos sintiendo en las ventas, se viene una fuerte campaña, acompañada de precios imbatibles\”, dicen optimistas desde ese grupo que presta el servicio. En tanto desde Musimundo prefirieron no hacer declaraciones, teniendo en cuenta la difícil convivencia entre estos dos accionistas.
Musimundo empezó como una cadena de disquerías y se reconvirtió vendiendo electrodomésticos. Foto: Juan Manuel Foglia
Y así como hubo un tiempo que fue hermoso, para Tower Records fue en 1997, cuando desembarcó en el país y el horizonte era encantador. La empresa americana compitió con el gigante que era Musimundo en aquel momento con la venta de discos, compactos y cassettes. Cómo no recordar sus tiendas en Cabildo y Juramento, Florida y Córdoba, y Santa Fe y Riobamba, entre muchas otras. La crisis de 2001 terminó rápidamente con la aventura y el pase a inversores locales sólo extendió la agonía unos años más. En los últimos tiempos, sólo manejaba el 8% del mercado contra un 60% de Musimundo. Netflix estrenó a fin del año pasado el documental “All Things Must Pass: The Rise and Fall of Tower Records”, dirigido por Colin Hanks, hijo de Tom, sobre el auge y debacle de la cadena multinacional.
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Resisten con más fuerza que las últimas canchas de paddle o los videoclubes y se asoman victoriosas frente a los recordados tenedores libres y parripollos que los hábitos de consumo y la economía se llevó. Las disquerías de barrio, en tiempos de Spotify, aún siguen vigentes con el sostenido auge del vinilo, la melomanía y…
Resisten con más fuerza que las últimas canchas de paddle o los videoclubes y se asoman victoriosas frente a los recordados tenedores libres y parripollos que los hábitos de consumo y la economía se llevó. Las disquerías de barrio, en tiempos de Spotify, aún siguen vigentes con el sostenido auge del vinilo, la melomanía y…