Los marketeros, con la lengua fuera por la eternamente cambiante cultura popular | Marketing Directo

La cultura popular, aquella en la que inevitablemente se miran todas las marcas, cambia a la velocidad del rayo. Y pone en este sentido en severos aprietos a los marketeros.

\"culturaLa velocidad a la que evoluciona a la cultura popular es absolutamente ultrasónica. Las buenas ideas se difunden a la velocidad de la luz en la red de redes y después se comparten (y multiplican exponencialmente) con la inestimable ayuda de los social media. Aupados por la asombrosa agilidad de la cultura popular en los tiempos digitales que corren, los \”copycats\” no tardan en emerger con el último objetivo de contagiarse de la fama y de la gloria ajenas.

Hubo un tiempo en que alcanzar un millón de seguidores en las redes sociales era una hazaña digna de ser elogiada (y envidiada), pero hoy es una gesta que han ya logrado miles de personas, profundamente decepcionadas, por otras parte, por no recibir idéntico y primoroso trato que sus predecesores. En 2012 Justin Bieber fue la primera persona en rebasar la barrera del millón de “followers” en Instagram. Actualmente hay más de 3.600 cuentas que se jactan de ser “millonarias” (en seguidores) en la famosa red social, subraya Alexis Fragale Void en un artículo para Warc.

Hoy en día prácticamente cualquiera puede enfundarse el traje de influencer, y de hecho cada vez más anunciantes fijan la mirada en los microinfluencers y los nanoinfluencers. Es probable que muy pronto alcancemos un punto de insoportable sobresaturación en el universo del influencer marketing. Y con la emergencia de nuevas plataformas 2.0 como TikTok, los aspirantes a influencers se arrojan rápidamente en sus brazos con la esperanza de conquistar la anhelada fama.

Sin embargo, estamos en una era en la que las plataformas emergentes y las sensaciones virales mueren tan rápido como nacen. En el pasado los memes gozaban de una esperanza de vida más o menos larga. Había, no en vano, mucha menos competencia que ahora.

La cultura popular, una velocísima \”sprinter\” (casi) imposible de alcanzar

Muchos memes “viejunos” han conseguido abrirse paso en la cultura popular y algunos siguen siendo recordados porque están adosados como lapas a la memoria colectiva. Ahora rastrear los memes de nueva hornada es misión casi imposible. Y las marcas que desean subirse al carro de este tipo de tendencias, hacen a menudo suyos memes que están ya muertos y enterrados antes siquiera de convertirse en “mainstream”.

El enfebrecido ritmo al que evoluciona la cultura popular se dejan notar no sólo en internet sino también en la literatura, la música y la moda. Pocos libros se las ingenian hoy en día para aferrarse a la lista de “bestsellers” durante mucho tiempo porque siempre hay nuevos títulos dispuestos a encaramarse a los primeros puestos. La industria musical, profundamente a expensas del streaming, evolucionan a la velocidad de la luz y lanza temas que son culturalmente relevantes en espacio de apenas unos minutos (e ingresan inmediatamente a continuación en el \”cementerio\”). En cuanto a la moda, antaño encorsetada por las colecciones de otoño-invierno y de primavera-verano, pone constantemente nuevas prendas sobre la mesa. Es, al fin y al cabo, el imperativo de la denominada “fast fashion”.

¿Qué significa entonces para los marketeros que la cultura popular haya cogido carrerilla y su ritmo sea prácticamente imposible de seguir? Es absolutamente crucial comprender que conectar culturalmente con el consumidor no es hincar el diente a la última sensación viral. Es más bien identificar tendencias de mayor calado que impactan en el consumidor e inevitablemente también en las estrategias de comunicación de las marcas.

En una era en la que todos son potencialmente influencers las marcas deben reflexionar sobre la forma en la que podrían (y deberían) ser culturalmente relevantes. Y aunque la fatiga emanada de la rabiosamente veloz cultura popular es muy real, las marcas deben instilar necesariamente agilidad en sus estrategias de medios y de creatividad. Si las marcas son incapaces de seguir el ritmo a la eternamente cambiante cultura popular, acabarán inevitablemente atrapadas en el pasado, concluye Fragale Void.

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